5.1.11

Residuos de un mal final de año.

La verdad que una vez que llegó diciembre, echando un vistazo atrás, no parecía que el año hubiera estado tan mal. Han habido malas noticias, muchos enfrentamientos, dinero y viajes... más de lo que muchos pueden soñar.
Llegó la semana del 6 de Diciembre al 10. Digamos que en una semana fui capaz de pasar de soñar con un Navidad en familia, a desear que se acaben en ese mismo instante.
El lunes una reacción alérgica del perro macho, de urgencia al veterinario.
El martes un pequeño accidente con el coche
El miércoles se muere el abuelo de mi novio, quien lo crio en su infancia.
El jueves deciden que el bultito de una de las patitas de mi perra, se debe operar y se decide para el dia siguiente. No me inspiraba seguridad en esa semana que vamos a hacer.
El viernes operan a mi peque y se muere durante la operación.

Es tanto el peso de la culpa que siento que es insoportable cuando llega la noche. Es una presión en el pecho que casi no me deja respirar. Pasan los días y la ansiedad explota en cualquier sitio y por cualquier cosa, no la controlo.
Aunque es normal pensar que ante una enfermedad uno sea capaz de hacer lo que sea, el tomar la decisión por otros es un trabajo muy dificil, sobre todo cuando el desenlace es el peor.
Se prentan pensamientos contrarios entre el bien que se deseaba realizar y lo mal que quizás te planteaste en ese momento.

Ahora mismo me tacho de excesiva confianza y positividad, y que no valoré la situación correctamente, que tenía que haber sido más cautelosa, y no haberme tirado a la piscinas sin haber realizado quizás mas pruebas, sin llegar a operar.... Arrepentimiento.

Pienso en lo mucho que quería a mi pequeña, y de lo que disfrutaba con su compañía, que nunca le faltó llevarla al veterinario, ni una vacuna, ni comida ni premios... pero por otra parte pienso en tantas cosas que no hicimos, pendientes de realizar, que se me parte el corazón.
¿Realmente que falló? ¿El veterinario o la perrita? En realidad no me va a devolvermela aunque responda esta pregunta, pero no soy capaz de mirar con buenos ojos la clínica de veterinaría a la que he ido desde que tengo animales, y duda que siga visitándolos.
Ha llegado el informe del bulto analizado, y ha resultado un quiste sebáseo, que en la mayoría de las veces se estanca en su crecimiento... operamos para nada... culpabilidad.
Mis otros dos perritos, sobre todo el macho, anda teniendo pesadillas y se despierta aulllando.La hembra que se criaron prácticamente juntas, no sabe jugar con el macho y se aburre enseguida, aunque hay que decir que está adquiriendo un papel de payasa, en la que a la menor bobería se pone a hacer la tonta... al menos nos arranca una sonrisa y unas risas.

El resumen es que mi peque. Zori, ya no está... y lo peor es que no estará.
En resumidas cuentas, necesitaba sacar esto de dentro, aunque nadie lo lea, como dicen: "mejor fuera, que hay más espacio".

1 comentario:

Kim Basinguer dijo...

Por partes: Cuando uno crece siempre tiene que decidir, forma parte de “ser mayor”.
No todas las decisiones son acertadas, pero ninguno de nosotros somos dioses para saber que va a pasar en cada decisión.
¿Crees que valió la pena tenerla? Porque eso fue otra decisión. Indudablemente si…
No somos culpables de lo que sucede cuando decidimos, si lo que decidimos es pensando lo mejor.
No te culpabilices, estoy segura que ha sido muy feliz viviendo contigo.